¿Tu estrategia contra el burnout falla?: La carga invisible que agota a tus colaboradores
I. El Doble Filo del Desgaste Laboral
Ahora que en la mayoría de los lugares de trabajo ya somos conscientes de la existencia e importancia del agotamiento laboral, popularmente conocido como burnout, la verdadera pregunta es: ¿lo estamos abordando eficientemente?
Para muchas empresas, la respuesta es un frustrante «no». El impacto de este desgaste va más allá del bienestar individual; afecta directamente la operación y la productividad. El tamaño de la problemática alcanzó tal relevancia, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo validó oficialmente en su 72ª Asamblea Mundial en 2019, incluyéndolo en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11) como un «fenómeno ocupacional» derivado del estrés crónico no gestionado. Esta clasificación entró en vigor formalmente el 1 de enero de 2022.
En México, este no es un tema menor; es una obligación legal. La NOM-035-STPS-2018 exige a las empresas identificar, analizar y prevenir los factores de riesgo psicosocial, siendo el burnout uno de los principales. Ante esta realidad, los departamentos de Recursos Humanos, Medicina Ocupacional y Psicología Laboral han implementado múltiples estrategias: programas de mindfulness, suscripciones a gimnasios, pausas activas, seminarios de gestión del tiempo y fomento de la salud mental.
Y sin embargo, en muchas organizaciones, el problema persiste. ¿Por qué?
¿Qué pasa si la estrategia está fundamentalmente incompleta? ¿Qué ocurre si, además de la carga laboral y el estrés psicológico, el colaborador lucha diariamente contra una o varias «cargas invisibles»?
En este artículo exponemos un punto de vista diferente: las estrategias contra el burnout fracasan cuando ignoran el desgaste físico crónico. El agotamiento que vemos no es solo la manifestación de una mente cansada o ineficacia profesional, sino también, en muchas ocasiones, la de un cuerpo que lucha contra problemas físicos que merman su energía día a día.
II. El Enfoque Tradicional: Factores de Riesgo y Límites de Mitigación
Cuando una organización analiza el burnout, el punto de partida suele ser el modelo tridimensional que lo define. Este síndrome no es solo «estar cansado»; se manifiesta a través de tres variables clave:
- Agotamiento emocional: Es la sensación de estar exhausto, de no tener más recursos energéticos o emocionales para dedicar al trabajo.
- Cinismo o despersonalización: Es el desarrollo de una actitud distante, negativa e indiferente hacia el trabajo, las tareas y las personas (colegas o clientes).
- Ineficacia profesional: Es la autoevaluación negativa, la sensación de no ser competente, de no lograr nada significativo o de haber perdido la productividad.
En México, la NOM-035 obliga a las empresas a actuar sobre las causas que provocan estos tres síntomas. Nos pide identificar factores de riesgo psicosocial como: cargas de trabajo excesivas, falta de control sobre las tareas, jornadas extenuantes, un liderazgo negativo o la falta de reconocimiento.
En respuesta, las estrategias de mitigación más comunes se centran, lógicamente, en modificar ese entorno para reducir el impacto en esas tres dimensiones:
- Programas de bienestar emocional (wellness) para combatir el agotamiento.
- Capacitación a líderes para mejorar el clima y reducir el cinismo o despersonalización.
- Políticas de horario flexible y reconocimiento para restaurar el sentido de eficacia profesional.
- Ajustes ergonómicos, a menudo ligados a la postura y el riesgo ergonómico.
Estas acciones son indispensables. Sin embargo, tienen un límite claro: asumen que el colaborador llega a su jornada laboral con el 100% de su capacidad física y mental, y que solo el entorno laboral lo desgasta.
Pero, ¿qué sucede si un colaborador o colaboradora ya invierte una cantidad significativa de energía física y cognitiva solo para «funcionar» en su día a día? ¿Qué pasa si su «batería personal» nunca se carga por completo, independientemente de cuán bueno sea el clima laboral?
Aquí es donde el enfoque tradicional se queda corto. Está diseñado para gestionar los estresores externos, pero ignora el desgaste que proviene desde adentro del colaborador: el estrés fisiológico crónico que actúa como “la carga invisible”.
III. La Carga Física como Acelerador del Burnout
En términos médicos, esto se relaciona con la «carga alostática»: el desgaste acumulativo que sufre el cuerpo al tratar de adaptarse continuamente a estresores crónicos. A continuación exponemos 3 casos para ejemplificar el origen de estas cargas físicas.
- Una persona que vive con diabetes realiza diariamente esfuerzos conscientes e inconscientes que absorben tanto su energía física como su atención mental. Un ejemplo consciente es despertarse a las 3 a.m. por la alarma de su bomba de glucosa, interrumpiendo su descanso vital; uno inconsciente es un tratamiento no optimizado que provoca el uso ineficiente de la glucosa, manteniéndolo en un estado de «baja energía» y fatiga constante, incluso antes de que empiece su jornada.
- Lo mismo ocurre con alguien que atraviesa la menopausia o andropausia. Los cambios hormonales (como la fluctuación de estrógenos o testosterona) no solo afectan el estado de ánimo; tienen un impacto fisiológico directo, causando insomnio, bochornos nocturnos que fragmentan el sueño y una fatiga generalizada que podrían confundirse fácilmente con el agotamiento laboral.
- O consideremos a una persona que vive con hipertensión. Puede sentirse «bien» y no tener síntomas evidentes, pero su cuerpo está bajo un estrés vascular constante. Peor aún, podría estar desarrollando una complicación visual silenciosa como una retinopatía hipertensiva. Este daño en su retina le genera un esfuerzo visual adicional (visión borrosa leve, dificultad para enfocar) que él atribuye a «cansancio de pantalla», sin saber que es la señal de un problema sistémico que agota sus recursos.
Estas personas no inician su jornada laboral con el «tanque de energía» lleno. Están invirtiendo una porción significativa de sus recursos físicos y cognitivos solo para «funcionar» con normalidad.
Este esfuerzo de fondo, constante y silencioso, reduce drásticamente su resiliencia ante los estresores laborales habituales. La misma junta directiva, la misma fecha de entrega o el mismo cliente difícil que para alguien es «retador», para otra persona es «agotador».
Y dentro de este espectro de cargas físicas, hay una que es increíblemente común, directamente ligada al trabajo moderno y universalmente subestimada: el estrés visual crónico.
¿Cuánta energía gasta un cerebro al intentar compensar una visión deficiente durante ocho horas frente a una pantalla? El esfuerzo constante para enfocar en un factor de estrés físico, incluso si no es una acción consciente o un síntoma evidente para la persona.
Los problemas visuales no son un inconveniente menor; son una fuga de energía diaria que se suma directamente a la carga laboral, acelerando el camino hacia el burnout. No es sorprendente que la baja visión incremente el riesgo de depresión y aislamiento, componentes clave del desgaste profesional.
Perfecto, aquí están las dos secciones finales. He reenfocado la sección de la solución para que hable de la «estrategia de salud visual» como una táctica de wellness, y cómo retinIA es la herramienta que la hace posible, tal como lo pediste.
IV. Mitigando la Carga Invisible: El Rol de la Salud Visual
Aquí es donde las estrategias de wellness corporativo pueden evolucionar y nos gustaría plantearlo desde el caso muy particular de la salud visual. Un colaborador o colaboradora puede no ser consciente de que su visión está fallando; el deterioro suele ser gradual. Simplemente siente más cansancio durante su día laboral, le cuesta más trabajo concentrarse y tiene dolores de cabeza frecuentemente. Al responder una encuesta de burnout o de riesgos psicosociales, estos síntomas se confunden fácilmente con agotamiento emocional.
Implementar campañas de salud integral que incluyan evaluación visual a profundidad se convierte en una estrategia de bienestar más completa y con mayor retorno de inversión, precisamente porque ataca una «carga invisible».
Sin embargo, es crucial entender que un estudio de óptica tradicional no es suficiente. Esos estudios se centran en el error refractivo (la necesidad de lentes), pero ignoran la salud del fondo del ojo, que es donde se manifiestan las enfermedades crónicas. Lo mismo ocurre con otro tipo de estudios sencillos que pueden ofrecer una visión de alto nivel de la salud:
El objetivo de una campaña integral es disminuir la carga de preocupación física en las personas. Aquí es donde una solución como retinIA se vuelve fundamental. En lugar de un simple examen de agudeza visual, retinIA realiza una evaluación profunda en solo 10 minutos utilizando inteligencia artificial para analizar imágenes de la retina.
El beneficio para la empresa y colaboradores es doble:
- Detección temprana: Identificar signos tempranos de las principales causas de ceguera, como la retinopatía diabética, el glaucoma o la degeneración macular. Esto reduce la «carga invisible» de una enfermedad crónica o complicación no diagnosticada.
- Educación y empoderamiento: La mayoría de las personas desconoce que el 80% de los casos de ceguera se pueden prevenir con una detección y tratamiento oportunos. Estas campañas educan al personal y transforman la incertidumbre en empoderamiento, brindando la tranquilidad de saber que están tomando un rol activo y preventivo en el cuidado de su salud.
Ofrecer esta evaluación no es solo un examen médico; es una acción de wellness proactiva y tangible.
Conclusión: Hacia una Estrategia de Bienestar Integral
Una estrategia moderna contra el burnout efectiva debe plantearse desde un enfoque holístico. No puede enfocarse únicamente en lo psicológico (liderazgo, gestión del estrés) mientras ignora lo fisiológico (la carga invisible).
Las empresas líderes entienden que el bienestar no es solo mindfulness, es también salud física observable y medible.
Cuidar la salud visual de un colaborador va mucho más allá de cumplir con la NOM-035. Es una herramienta estratégica de contención de riesgos. Alivia una fuente de estrés físico constante, reduce la preocupación latente del empleado por su salud y, fundamentalmente, le devuelve recursos cognitivos y energéticos para enfrentar los retos laborales.
Por eso, invitamos a los líderes de Recursos Humanos, Salud Ocupacional y Bienestar a replantear sus programas. Antes de invertir únicamente en la gestión del estrés, asegúrese de que el cuerpo de sus colaboradores no esté librando una batalla oculta.